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lunes, 8 de julio de 2013

¿son fiables los estudios sobre el colecho?

¿Colecho sí? ¿colecho no? ¿es peligroso? ¿es beneficioso? ¿cuáles son las recomendaciones actuales? En su artículo, McKenna hace una reflexión crítica sobre la práctica del colecho, lo que se ha dicho y cómo se ha dicho. Os dejo una selección de sus conclusiones: 



Estudiar el colecho no es tan simple cómo analizar dónde o con quién duerme el bebé

Ninguna recomendación sobre el colecho, incluso como una forma de reducir el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) o favorecer el contacto nocturno, es adecuada. Pero tampoco es adecuado hacer recomendaciones en contra de cualquiera o todas las formas de colecho, especialmente cuando se aconseja que ningún niño duerma con sus padres y que debe dormir siempre en una cuna aparte. Esta recomendación es errónea e injustificada. 

Sigue siendo cierto que, sin conocer las circunstancias de cada familia en particular, el colecho no puede ser recomendado de forma general. Sin embargo, la convergencia de numerosos estudios epidemiológicos con los estudios de laboratorio, así como los estudios psicobiológicos en los primates, sugieren que determinados tipos de colecho PUEDEN y DEBEN ser recomendados, como dormir en la misma habitación (como poco). 

Dormir juntos (co-sleeping en inglés), puede tomar muchas formas distintas.  Que madre y bebé duerman juntos se práctica de forma muy variable en todo el mundo, por lo que no se pueden sacar conclusiones ni resultados de esta práctica si no se tienen en cuenta los factores asociados a cada tipo de colecho. Si lo comparamos con el sueño infantil en solitario, las características relevantes del ambiente de colecho son mucho más numerosas y complejas. De hecho, la imagen del colecho con bebés amamantados es muy distinta del colecho con bebés alimentados con fórmula. 

Los estudios que se hicieron sobre el colecho siempre se han hecho sin tener en cuenta esta diferencia sobre la alimentación por lo que los resultados pueden estar condicionados. Además, siempre se ha tomado como modelo para comparar a los niños alimentados con biberón que dormían solos, por lo que ya desde la metodología, las conclusiones iban a estar sesgadas. 

El catastrofismo de los "estudios" sobre el colecho

No existen ejemplos etnográficos (antropológicos) fuera de Occidente, de los países industrializados, donde los bebés duerman en una habitación separada de la de sus madres, alejados de su compañía. Que madre y bebé duerman pegados el uno al otro, en la misma superficie, parece ser la forma de dormir más común a lo largo del mundo y es probablemente la más segura si también aparece la lactancia materna. 

Muchos de los detractores del colecho argumentan que es peligroso para el bebé porque dicen que aumenta el síndrome de muerte súbita de lactante. Sin embargo, esta información aparece muy sesgada por condicionamientos éticos o morales propios. La realidad es que el 16% de las muertes por SMSL se atribuyeron al colecho y aproximadamente el 36% a bebés que dormían en una habitación separada. 

Los resultados sugieren que compartir la cama no es por sí mismo peligroso, sino las circunstancias particulares en las cuales ocurre el colecho. No existe evidencia científica publicada de que colechar sea peligroso para el bebé si se hace en un colchón firme con padres que no fumen o hayan consumido alcohol u otras drogas, teniendo en cuenta que duerma de forma que la ropa de cama no pueda moverse sobre la cabeza del bebé y que el bebé no esté duermiendo sobre una almohada o bajo un edredón del adulto. 

Algunos estudios encontraron un aumento del riesgo de SMSL en el colecho (vs muertes accidentales), pero no tuvieron en cuenta las condiciones sociales, familiares y económicas que pudieron alterar los resultados. Que en algunas circunstancias no se pueda o no se desee practicar colecho compartiendo la cama, no significa que nadie pueda hacerlo, y aún menos que esto justifique políticas de salud pública y recomendaciones en contra del colecho y la retirada de propaganda informativa para maximizar la seguridad del colecho en aquellos padres que desean hacerlo. 

Los bebés lactantes tenían hasta 3 veces más probabilidad de dormir con sus padres y estos datos no se relacionaron con más riesgo de muerte infantil. Sin embargo, el colecho se relaciona con un número mayor de muertes infantiles, tanto por SMSL como por asfixia accidental, cuando el sueño se produce en una superficie insegura. Esto ocurre en los grupos marginales minoritarios urbanos, donde converge también el racismo institucional y la pobreza intergeneracional, que los hace vulnerables a múltiples factores de riesgo. En Estados Unidos, esto es especialmente real entre la población afroamericana de las grandes ciudades como Chicago, Cleveland, Washington o St Louis.

Un análisis profundo de los detalles de cualquier muerte en el colecho es esencial para entender la causa. Al analizar los estudios, hay que poner atención en como definen los autores el colecho, dormir juntos o la muerte por colecho. Es poco probable que una sola recomendación a favor o en contra del colecho,  basada en una población de estudio en lugar de en una familia (teniendo en cuenta el contexto social), pueda ser adecuada, ya que los resultados del estudio solo son específicos a ese contexto de investigación.

Colecho y lactancia

La lactancia y el colecho en el contexto de un bebé amantado a menudo se refuerzan mutuamente y constituyen un sistema integrado. El colecho favorece la lactancia y la lactancia requiere a menudo colechar para favorecer el descanso nocturno de la madre. 


Existe una tendencia en las sociedades Occidentales en las que todas las formas de colecho están desaconsejadas oficialmente, a considerarlas como  un comportamiento peligroso e irresposable de los padres. Partiendo de esta hipótesis, no es inconcebible que las bienintencionadas agencias de protección del menor puedan usar el colecho como una razón para retirar o amenazar con retirar al menor de su familia, acusándolo de negligencia o abuso (supongo que con esto McKeenna se refiere más a la sociedad americana, en España aún no he oído nada parecido al respecto, y espero no oírlo). 

Sin embargo, uno de los efectos más perjudiciales de la condenación del colecho es el impacto potencialmente negativo que esto podría tener sobre la lactancia, justo en el momento en que está volviendo a ser una norma cultural. 

¿Por qué ser crítico con lo que se publica sobre el colecho?

Los estudios científicos, como comentaba en esta entrada y en la anterior sobre este tema, están claramente sesgados por ideales morales en contra del colecho, pretendiendo mostrar sus prejuicios, en lugar de intentar entender una realidad humana en su complejidad. Las investigaciones más conocidas sobre el colecho tienen varios fallos: 
  • En los estudios más antiguos no se reflejan los beneficios asociados con el colecho
  • No se ha puesto atención en por qué persiste esa poderosa motivación de dormir cerca del bebé
  • No se ha estudiado por qué algunas formas de colecho son seguras y cómo pueden practicarse
  • No se menciona la conexión íntima biológica entre la lactancia y el colecho y como la proximidad y el contacto significativo del colecho salvan vidas y son fundamentales para la superviciencia humana. 
  • En muchos discursos de salud pública, no se considera que el colecho es biológicamente adecuado
  • Aunque algunas formas de colecho pueden ser peligrosas, el riesgo no es inherente al hecho de dormir juntos, por lo que la decisión de colechar debe ser una elección responsable de los padres que refleja como quieren alimentar a sus hijos, maximizar su bienestar incluso aumentar sus oportunidades de supervivencia. 
Los pediatras necesitan reconocer el ambiente cultural en el cual el niño vive y cómo las creencias culturales y los valores interactúan con las necesidades de cada niño y con las características de sus patrones de sueño. La discusión acerca de las rutinas de sueño en la infancia se vería enriquecida si nos alejamos del concepto de que una sola recomendación es la adecuada. 

El paradigma de investigación pediátrica tradicional debe cambiar, no solo para volverse más preciso desde el punto de vista científico, sino para ser más efectivo a la hora de ayudar y adaptarse a las diversas familias y circunstancias de salud por las que son consultados.